domingo, 14 de enero de 2007

Técnicas de mediación

La mediación vecinal:
La mediación se ha convertido en un mecanismo muy usado previo a la justicia formal para resolver conflictos. Se han creado por ley mecanismos formales para este procedimiento, pero es mejor siempre primero proceder a lo informal para evitar costos, tramites y complicaciones.
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Cuando existe un conflicto entre dos personas o grupos, en general conviene a ambos que la situación se resuelva amistosamente. Deberían encontrar un tercero mediador para mejorar la relación y acortar las diferencias existentes. Es preferible que el mediador sea una persona ajena a ambas partes en conflicto, para no inducir suspicacias a ninguno. El primer paso a lograr es que las partes acepten su mediación, caso contrario no existe ninguna posibilidad de mediar.
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El mediador debe comenzar a charlar con las personas del conflicto, primero de a una a la vez, y entender sus posiciones, las motivaciones de cada uno, los temores, las razones que a veces no se dicen o no se pueden decir. En esta ronda no conviene que el mediador diga algo de su parte. Sólo podrá aclarar lo que dicen las leyes respecto de la disputa. La clave es escuchar con mucha atención y registrar todo con papel y lápiz. Una primera ronda a solas con cada una de las partes es muy importante.
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Luego debe hacerse una segundo ronda también de a uno por vez, explicando a cada uno lo mejor posible cual es el punto de vista del otro y destacando donde NO EXISTEN DIFERENCIAS IMPORTANTES. En esta ronda el conciliador debe formarse una idea concreta hasta donde cada parte no tiene problemas en ceder. También registrará las condiciones que cada uno pretende. El conciliador siempre debe saber y decir los límites que impone la ley. Luego de estas dos rondas generalmente se ve que los puntos en disidencia son pocos, generalmente UNO SÓLO.
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A esta altura el mediador ya ha percibido que la mayoría de los puntos que causan irritación a las partes PUEDEN EVITARSE fácilmente, y se los ha dicho a ellos explicando como evitarlas y que casi siempre han aceptado. Entonces el mediador buscará el comportamiento adecuado para acercar a las partes en los puntos que aún existe disidencia. Como luego de sus charlas todo está más relajado, no le costará mucho trabajo acordar ese punto de equilibrio.
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Es posible una reunión general de las partes con el mediador: Este debe evaluar muy bien si conviene o no convocar a esa reunión y en que momento hacerla. Si en eso se equivoca puede profundizar el conflicto en lugar de resolverlo. Nunca debe hacerla antes de su primera ronda de conversaciones y quizás nunca. Si son muy inflexibles en sus puntos de vista, y él lo evalúa positivo, podrá llamar a una persona adecuada de cada parte para que parlamenten en su presencia. Si la conciliación marcha bien y sólo se trataba de malos entendidos, puede convocarlos para borrar todo vestigio de conflicto cuando haya predisposición a recordar viejas amistades y afectos. El conciliador manejará esto con mucho cuidado y tal vez con consultas a sicólogos.
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De las actitudes de las partes: Estas deben tener presente que han aceptado la mediación y por lo tanto deben colaborar con esta en lo que respecta a horarios y en la narración de los hechos REALES. Además deben tratar de hacer un esfuerzo por comprender las motivaciones de la otra parte y reconocerle los derechos legales; sobre todo a tener principios diferentes siempre que sean aceptables por las leyes. Por ejemplo, a basarse en religiones legales diferentes. Deben comprender de antemano las partes que ambas van a tener que ceder un poco. Ya aceptar esto es un buen principio de solución. Deben comprender que: entre modificar al mundo y cambiar uno mismo es evidente que esto último es lo que cada uno tiene más a mano. De ninguna manera es fácil cambiarse un poco a uno mismo, pero sin duda es algo en lo cual puedo pensar y actuar.
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El hecho de aceptar la mediación es un buen indicio. Si una parte lo desea puede sugerir a la otra parte de buscar un mediador, pues ven que a ellos les resulta muy difícil entenderse directamente. Aceptado esto lo mejor es que colaboren entre ellos para encontrarlo. Por supuesto deben tratar de que sea un neutral, amigo de ambos si es posible o totalmente desconocido. Si se produce esa colaboración para buscar mediador ya algo del conflicto comienza a solucionarse. ¡Y tal vez todo el conflicto! Buscar un mediador no es algo fácil y debe hacerse con cuidado. Si no es un profesional especializado hay que elegirlo muy bien. Si no se lo encuentra habrá que recurrir a un profesional.
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Si una parte se niega absolutamente a la mediación (caso muy poco común) podría intentarse que un amigo común interviniera para explicar que la mediación siempre conviene, que el otro camino es la justicia, siempre será mucho peor y más costoso para ambas partes. Entonces nunca hay que ahorrar esfuerzos para que la otra parte acepte la mediación. Siempre es más traumático mantener el conflicto que hacer esfuerzos por solucionarlo. Hechos todos los esfuerzos y agotada la paciencia hay que elegir entre mantener el conflicto o ir a la justicia.